28 de marzo de 2006

Mallón de Cícere (Santa Comba) - Santiago


Pasan de Quinto Ivlivs Aquinus

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Una estela funeraria del siglo I fue descubierta en agosto por un agricultor de Mallón de Cícere (Santa Comba). A día de hoy, siete meses después, esa piedra que, según los expertos, “podría aportar datos desconocidos sobre la vía romana número 20 (la ruta de la costa)”, sigue durmiento a la intemperie, y a la espera de entrar en las dependencias del Museo do Pobo Galego para que los expertos la restauren.
Manuel Blanco Novo, el hombre que la encontró, no da crédito. En el mes de diciembre firmó todos los papeles que le indicaron los empleados de la Xunta para “que se llevasen la lápida”, explica. Además, había aceptado el dinero que estipuló la Dirección Xeral de Patrimonio: “La estela se valoró en 4.000 euros, y a mí, como descubridor, me corresponde la mitad”.

Sin embargo, nadie le ha pagado todavía, ni se ha llevado la piedra que indica que el soldado romano Quinto Ivlivs Aquinus y su compa?era, Tiberia Claudia Urbana, fueron enterrados allí.

Preguntar a la administración

En marzo de 2005, arando su tierra con ayuda de un tractor, Manuel Blanco hizo un surco demasiado hondo y golpeó la máquina contra una piedra muy grande, que se rompió. Meses después, en agosto, volvió a mirar ese montón pétreo y, como desde los 12 a?os había ejercido de cantero, “me di cuenta de que estaba trabajada”.

Así que empezó a limpiarla, y vio una preciosa piedra tallada de 1,33 centímetros de alto. Ni corto ni perezoso, la atornilló en la fachada de su casa “para que todo el mundo la viera”. Y, efectivamente, la estela romana no pasó desapercibida a los ojos de Lino Gorgoso, arqueólogo y vecino del concello, quien inmediatamente comunicó la noticia al catedrático Fernando Acu?a Castroviejo.

“Dimos parte, también, a la Dirección Xeral de Patrimonio, que envió un técnico para analizarla”. La Xunta, entonces, aprobó la compra de la estela, y decidió que se expondría en el Museo do Pobo Galego, tras su restauración.

Ayer, sin embargo, la piedra seguía atornillada a la fachada de la casa. “Hay que firmar la resolución, y no se ha hecho todavía porque, para ir a buscar la estela, necesitamos a una restauradora, ya que está partida en dos y unida con cemento. Además, también precisamos un equipo de hombres para cargarla en una furgoneta”, afirmaron en la Dirección Xeral de Patrimonio. “Esperamos ir en abril”, concluyen en este departamento

Peregrinación de curiosos y hasta de la tele

Manuel Blanco es un hombre muy amable que no duda en explicar que “he atornillado la piedra a la fachada de mi casa para que todo el mundo la vea”. Así, cuando se publicó la noticia de que había encontrado la lápida de un soldado romano que sirvió a la Décima Legión Gémina en el siglo I, “mi casa parecía un lugar de peregrinación”, pues no dejaban de llegar vecinos y visitantes más lejanos para ver la curiosa piedra. “Vino, incluso, la televisión a grabar un reportaje”, comenta.

Ayer, sin embargo, todo era muy distinto. La gente piensa que, a estas alturas, la estela romana ya está a buen recaudo, y en pleno proceso de restauración. Por ello, “ya no viene nadie por aquí”, comunica Manuel Blanco. Sin embargo, la piedra funeraria más famosa de esta comarca todavía está atornillada a la fachada de la vivienda de su desubridor

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